-----Despierto sobresaltado: Un chico de la edad de mi hijo mayor, quizá algo más grande, estira el brazo hacia mí con algo peludo que le ocupa toda la palma de la mano. Visualmente no puedo distinguir qué es; pero sé -como suele suceder en los sueños- que se trata de un animal muerto. Cierro los ojos y extiendo el brazo con angustia, con la mano pronta a recibir el cuerpo sin vida... Pasan unos segundos... Abro los ojos... Ya no está el niño.
-----Pongo el agua para el mate y prendo la compu para chequear los mails. Pienso en el niño de la mano extendida. Me surge la idea de un cuento. Tal vez lo escriba.
miércoles, 19 de marzo de 2008
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